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Gran tiburón blanco

Registros en México:

 

Isla Guadalupe, Mazatlán, Golfo de California, Islas Revillagigedo, Isla Cerralvo, Los Tuxtlas, Golfo de México. Islas Coronado Cedros, BC. San Benitos, Bahía de los Ángeles, Sebastian Biscaino y La Paz.
 

Nombre científico: Carcharodon carcharias

Nombre en español: Tiburón Jaquetón blanco

Nombre en inglés: Great White Shark

 

 

El gran tiburón blanco, es una especie de pez cartilaginoso lamniforme de la familia Lamnidae que se encuentra en las aguas cálidas y templadas de casi todos los océanos. Esta especie es la única que sobrevive en la actualidad del género Carcharodon.

 

Los tiburones blancos se caracterizan por su cuerpo fusiforme y gran robustez, en contraste con las formas aplastadas que suelen lucir otros tiburones. El morro es cónico, corto y grueso. La boca, muy grande y redondeada, tiene forma de arco. Permanece siempre entreabierta, dejando ver al menos una hilera de dientes de la quijada superior y una o dos de la inferior, mientras el agua penetra en ella y sale continuamente por las branquias. Si este flujo se detuviese, el tiburón se ahogaría por carecer de opérculos para regular el paso correcto del agua, y se hundiría en la misma, ya que al no poseer tampoco vejiga natatoria se ve condenado a estar en continuo movimiento para evitarlo.

 

Durante el ataque, las fauces se abren hasta tal punto que la forma de la cabeza se deforma pues la mandíbula se desprende de su cabeza, y se cierran luego con una fuerza 300 veces superior a la de una mandíbula humana.

 

Los dientes son grandes, aserrados, de forma triangular y muy anchos. Al contrario que otros tiburones, no poseen diastema ni reducción de diente alguno, sino que tienen toda la quijada provista de dientes alineados e igualmente capaces de aferrar, cortar y desgarrar. Detrás de las dos hileras de dientes principales, los tiburones blancos tienen dos o tres más en continuo crecimiento que suplen la frecuente caída de dientes con otros nuevos y se van reemplazando por nuevas hileras a lo largo de los años.

 

Los orificios nasales (narinas) son muy estrechos, mientras que los ojos son pequeños, circulares y completamente negros. En los costados se sitúan cinco hendiduras branquiales, dos aletas pectorales bien desarrolladas y de forma triangular y otras dos, cerca de la aleta caudal, mucho más pequeñas. La caudal está muy desarrollada, al igual que la gran aleta dorsal de su lomo, de forma inconfundible para cualquiera. Otras dos aletas pequeñas (segunda dorsal y anal) cerca de la cola, completan el aspecto de este animal.

 

A pesar de su nombre, el jaquetón sólo es blanco en su parte ventral, mientras que la dorsal es gris o azulada. Este patrón, común en muchos animales acuáticos, sirve para confundirse con la luz solar (en caso de mirarse desde abajo) o con las oscuras aguas marinas (en caso de hacerlo desde arriba), constituyendo un camuflaje tan simple como efectivo. La piel, muy áspera, se compone de duras escamas llamadas dentículos dérmicos por su forma afilada.

No obstante, la denominación de "tiburón blanco" podría tener su lógica en el caso de avistarse ejemplares albinos de esta especie que, aunque son muy raros existen. En 1996 se pescó en las costas de El Cabo Oriental (Sudáfrica) una hembra joven de apenas 145 cm que exhibía esta rara característica.

 

 

Dieta

 

Los tiburones blancos difieren bastante de ser simples «máquinas de matar», como sostiene la imagen popular (leyenda urbana) que se tiene de ellos. Para poder capturar los grandes mamíferos marinos que constituye la base de la dieta de los adultos, los tiburones blancos practican una característica emboscada: se sitúan a varios metros bajo la presa, que nada en la superficie o cerca de ella, usando el color oscuro de su dorso como camuflaje con el fondo y volviéndose así invisibles a sus víctimas. Cuando llega el momento de atacar, avanzan rápidamente hacia arriba con potentes movimientos de la cola y abren las mandíbulas. El impacto suele llegar en el vientre, donde el tiburón aferra fuertemente a la víctima: si ésta es pequeña, como un león marino, la mata en el acto y posteriormente la engulle entera. Si es más grande, arranca un gran trozo de la misma que ingiere entero, ya que sus dientes no le permiten masticar. La presa puede quedar entonces muerta o moribunda, y el tiburón volverá a alimentarse de ella arrancando un pedazo detrás de otro. Excitados por la presencia de sangre, la zona se llenará pronto de otros tiburones.

 

En algunas zonas del Pacífico, los tiburones blancos arremeten con tanta fuerza a las focas y leones marinos que se elevan un par de metros sobre el nivel del agua con su presa entre las mandíbulas, antes de volver a zambullirse.  La mayoría de los ataques ocurren durante el amanecer o bien en el atardecer. Pues es en este momento cuando las profundidades no se pueden vislumbrar de manera adecuada. Sólo se aprecia la superficie, pues lo rayos del sol en ese momento aún son débiles para penetrar en las profundidades. Por lo que le proporciona una ventaja al tiburón para atacar a su presa sin ser percibido.

 

Esta especie también consume carroña, especialmente la que procede de cadáveres de ballena a la deriva de los que arrancan grandes pedazos. Cerca de las costas, los tiburones blancos consumen grandes cantidades de objetos flotantes por error: en sus estómagos se ha llegado a encontrar incluso matrículas de automóvil.

 

Tanto la caza como el resto de la vida del gran tiburón blanco suelen ser solitarios. Ocasionalmente se ven parejas o pequeños grupos desplazándose a la búsqueda de alimento, labor que les lleva a recorrer cientos de kilómetros.

 

Reproducción

 

Esta especie prefiere reproducirse en aguas templadas, en primavera o verano, y es ovovivípara. Los huevos, de 4 a 10 o tal vez hasta 14, permanecen en el útero hasta que eclosionan: es posible que en el tiburón blanco se dé canibalismo intrauterino (siendo las crías más débiles y los huevos aún por abrir devorados por sus hermanos más fuertes) de la misma forma en que sucede en otras especies de lámnidos.

 

Unas tres o cuatro crías de 12 dm de largo y dientes aserrados logran salir al exterior en el parto e inmediatamente se alejan de su madre para evitar ser devoradas por ésta. Desde entonces llevan una vida solitaria, creciendo a un ritmo bastante rápido. Alcanzan los dos metros en el primer año de vida; los machos, más pequeños que las hembras, maduran sexualmente antes que éstas, cuando alcanzan los 3,8 m de largo. Se distinguen por unas extensiones de las aletas pélvicas que sirven de órganos copuladores.

 

Las hembras no pueden reproducirse hasta que alcanzan entre 4,5 y 5 m de largo y se cree que son fértiles durante un corto periodo de tiempo, lo que hace que su tasa reproductiva sea baja.La vida media para estos animales puede llegar hasta 70 años, pudiendo ser el pez cartilaginoso con mayor longevidad.

 

Ataques a humanos

 

Aunque cueste creerlo por la leyenda urbana tan intensa en contra, los ataques de tiburones contra seres humanos son bastante raros. Dentro de éstos, los del tiburón blanco se pueden considerar anecdóticos si se comparan con los del tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) o el tiburón toro (Carcharhinus leucas), el último de los cuales puede incluso remontar grandes ríos (Misisipi, Amazonas, Zambeze, etc.) y atacar a las personas a varios kilómetros del mar. No obstante, las muertes causadas por estas tres especies en su conjunto son inferiores a las provocadas por serpientes marinas y cocodrilos cada año, e incluso menores que los fallecimientos ocasionados por animales tan aparentemente inofensivos como abejas, avispas e hipopótamos. Se considera que es más probable morir de un ataque al corazón en alta mar que por el ataque de un tiburón.

 

Esta escasez de ataques, sobre todo mortales, se debe a que la mayoría de los tiburones en general y los blancos en particular no consideran a los humanos como auténticas presas potenciales. De hecho, es posible que el sabor de la carne humana les sea incluso algo desagradable, y desde luego que les resulta mucho menos nutritiva y bastante más difícil de digerir que la de ballena o foca, provistas de gran cantidad de grasa. La gran mayoría de ataques del tiburón blanco consisten en un único mordisco, tras el cual el animal se retira llevándose pocas veces algún trozo de la infortunada víctima (principalmente pies y piernas). 

 

 

Conservación

 

La Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) incluyó al tiburón blanco por primera vez en 1990 como especie insuficientemente conocida, y desde 1996 lo califica como Vulnerable.

 

El Apéndice II del Convenio CITES lo incluye como especie vulnerable si no se explota racionalmente.Las medidas de conservación deben aplicarse obligatoriamente sobre las poblaciones en libertad, ya que la cría en cautividad del tiburón blanco es imposible, debido probablemente al acusado carácter nómada de la especie.

 

El único ejemplar que ha llegado a ser exhibido vivo en un edificio fue una hembra joven llamada Sandy, que vivió durante tres días del mes de agosto de 1980 en el Acuario Steinhart de San Francisco. Tras sólo 72 h de cautiverio, Sandy tuvo que ser liberada después de que dejara de comer y se provocase graves heridas al chocar repetidamente contra una de las paredes de su recinto. Posteriormente se descubrió que lo que atraía a Sandy hacia ese lugar en particular era una minúscula diferencia de 125 microvoltios (millonésimas de voltio) de potencial eléctrico entre esa pared y el resto de las del acuario. La intensidad del campo eléctrico que Sandy detectaba era tan pequeña que pasaba desapercibida para cualquiera de los otros animales que se encontraban en el mismo tanque de agua, incluidos varios tiburones de otras especies.

 

Por ahora no existe ninguna moratoria legal internacional sobre la pesca del tiburón blanco, aunque ésta está prohibida en algunas áreas de su distribución.

 

El tiburón blanco es una especie protegida en California, la Costa Este de Estados Unidos, el Golfo de México, Namibia, Sudáfrica, Maldivas, Israel y parte de Australia (Australia Meridional, Nueva Gales del Sur, Tasmania y Queensland). La Convención de Barcelona lo considera una especie amenazada en el Mediterráneo, pero casi ningún país con salida a este mar ha dispuesto medida alguna en favor de su conservación.

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